Por Agustín Palermo
EL 26 de marzo se acaba de recordar en la Isla, el sesenta aniversario de la creación de los Órganos de la Seguridad del Estado (OSE); gente dentro y fuera de Cuba, con toda razón, han reclamado que no se hayan hecho celebraciones especiales a tan ardua, sabia, honesta, riesgosa e impecable labor, de esos hombres y mujeres anónimos; gracias a ellos, la bandera de la Revolución continúa flameando digna y victoriosa, como ejemplo para todos los pueblos del mundo.
La OSE fiel al principio del Apóstol que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, no busca loas, y conserva siempre decencia, y esto la da más altura. A propósito del recuerdo de estas seis décadas, algunos personalidades que dedicaron su vida a este trabajo, aceptaron entrevistas y dieron declaraciones, pero lo hicieron siempre con el recato de la ética revolucionaria, y no soltaron perlas para el enemigo. Cuando a uno de ellos la periodista le dijo “¿recuerda que nunca fueron derrotados?”, el entrevistado afirmó: “nunca fuimos derrotados, pero no fuimos derrotados porque teníamos un capitán invencible que era Fidel Castro, y teníamos al pueblo”.
Contra la Revolución cubana, el imperio ha utilizado todo tipo de agresiones con el propósito de derrotarla y no lo ha logrado, ha adoptado, desde los ataques verbales y las campañas de difamación hasta la agresión armada directa, pasando por los intentos de aislamiento político y diplomático, la subversión, la promoción de sabotajes, los secuestros de aviones y embarcaciones, las infiltraciones de agentes y las incursiones piratas, el fomento de bandas contrarrevolucionarias, el asesinato y los planes de atentados contra dirigentes cubanos, las agresiones biológicas, los hostigamientos militares, las presiones económicas y, el bloqueo económico y comercial, que dura ya casi sesenta años. El resultado de las acciones terroristas dejó 3478 personas fallecidas, y 2099 mutiladas e incapacitadas. Los daños a la economía cubana se calculan por encima de los 134 mil millones de dólares. Y jamás un norteamericano ha sido muerto o herido, ni una sola instalación de los Estados Unidos ha sufrido el menor daño material por alguna acción procedente de Cuba. Desde el triunfo de la Revolución (1959), todas las administraciones del Imperio se han manchado las manos con sangre cubana; la naturaleza del Imperio es la violencia y el terror. Pero Cuba ha sabido defenderse sin desperdiciar un tiro y sin provocar una gota de sangre; por eso la moral de Cuba en su lucha antimperialista ha sido indestructible.
Registra la historia que Félix Dzerzhinsky fundador de la policía secreta bolchevique le aconsejó a Vladímir Ilich más conocido como Lenin: «Debemos crear nuestra propia oposición, antes que la verdadera se organice en nuestra contra». Las causas más nobles se defiende prioritariamente con la inteligencia, y en eso, Cuba está entre los primeros del mundo. ¿Acaso fue broma cuando Fidel dijo «sobre nuestra oposición, no se preocupen, están en buenas manos»?
Razón tenían los autores del libro “Los disidentes” cuando anotaron en la dedicatoria: “A los héroes anónimos que, dentro y fuera de Cuba, vigilan en la sombra para que no nos falte nunca la luz”.
Son nuevos tiempos, pero esto no ha terminado y, el enemigo no debe hacerse ilusiones. Raúl Castro acaba de decir (tomen nota señores imperialistas): “Cuando los enemigos siguen desafiando el presente y el futuro de la patria, sus conquistas y aspiraciones sagradas, aunque con métodos diferentes y sutiles, son necesarios más que nunca los OSE”













